Bitácora personal de Fátima Portorreal

Archivo para noviembre, 2010

El demonio que arrastra cadenas. El Baca en la tradición dominicana

Por Fátima Portorreal.

Recorriendo los campos dominicanos escucho muchas historias relacionadas con una gran cantidad de animales y seres sobrenaturales que recrean la vida cotidiana de los productores de alimentos y de la gente que reside en la ruralia. Muchas de estas narraciones surgen en conversaciones formales e informales que tratan sobre problemas sociales, ambientales y económicos que padecen las comunidades.

En general, esas narraciones giran en torno a situaciones particulares que acontecen en la comunidad como sequias, enfermedades y malas cosechas, muchas de las cuales son propias de la crisis agroecológica que padece el mundo rural. Pero en cambios, los comunitarios y comunitarias, la explican, a través de una madeja de historias místicas productos de marcos conceptuales culturales. Una de esa magnífica historia la viví y presencie en una comunidad del Este de República Dominicana. Y de inmediato pasaré a contarla.

Trabajando en la comunidad del Catey[1] me sorprendieron algunas de las medidas que la gente tomada durante las noches para protegerse de una animal extraño que supuestamente se le escapaba a un terrateniente cercano. Según comentaban los comunitarios, el animal se paseaba por las pequeñas calles del poblado durante la noche. Y para no toparse con tal bestia, tomaron varias prevenciones, tales como acostarse temprano, no salir durante la noche, entonar oraciones y no abrir puertas, ni ventanas si escuchaban el aullido del animal y el arrastre de una gruesa cadena.

Para librase de la bestia, los comunitarios vertieron agua bendita por las calles y colgaron plantas de sábila en las puertas y ventanas. Nunca escuche ningún ruido, pero hasta los policías que prestaban servicios en el destacamento comunitario decían que el animal pululaba por las calles del poblado produciendo un ruido infernal con sus aullidos y cadena.

Uno de los uniformados me comento que en algunas ocasiones cerraron las puertas del cuartel. No querían enfrentar el animal porque temían por sus vidas. Decían y así me contaron que el Bacá no se puede mirar de frente, ni usar arma de fuego. Explico que las balas no afectan su cuerpo y que lo único que podría detener o parar a la bestia eran las oraciones, por tal razón se le cantaba "la magnífica" una oración que se encuentra en Lucas I, cap. 45 o se le rezaba algún salmo bíblico.

La bestia fue descripta por algunos comunitarios, como un animal parecido a un perro, con una fuerza brutal y de ojos rojizos por la malignidad que destellaban. Era rápido en sus correrías, poseía dientes y garras descomunales, con las cuales podía despedazar una vaca de un zarpazo.

Según contaron, muchas reses murieron. Ninguna de estos animales se le observo ningún tipo de desagarro. La comunidad relacionó dichas muertes con la malignidad del animal. Igualmente, informaron que los frutos del campo habían disminuidos y las gallinas ponían menos huevos. La presencia del Bacá como lo llamaba en la comunidad, trastorno la vida de la gente, a tal punto que decidieron buscar a los curanderos más poderosos de las comarcas vecinas con la finalidad de revertir la magia del terrateniente. Los resultados de este enfrentamiento lo desconozco, pues mi estancia en la comunidad fue breve. Pero tengo la certeza que la comunidad logro su cometido.

En la tradición dominicana el Bacá es un animal que aparece y desaparece en las noches o en días nublados. Usualmente pertenece a un hacendado o terrateniente con mucho dinero. Regularmente quién lo posee, lo tiene amarrado en su propiedad o simplemente se mueve por la casa como un animal doméstico en forma de gato, perro, cobaya, entre otros.

Ahora bien, el Bacá tiene exigencia con su dueño. Pues le da muchos beneficios económicos, a la vez que protege la heredad. Por ejemplo soltarlo durante la noche, darle de comer carne del mejor animal que posea y permitirle ciertas extravagancias como pasearse por los bosques, a cambio de muchas riquezas y que sus cultivos prosperen. Sin embargo, hay implicaciones de carácter moral, si éste no cumple, pues exige la vida de algunos miembros de las familias o persona cercana a la casa.

La tradición cuenta que para obtener un Bacá hay que hacer un pacto con fuerzas malignas, por medio de un curandero poderoso o persona de mala vida. Se debe pagar mucho dinero al brujo y se contrata por un periodo o por toda la vida.

En los campos dominicanos se tiene la creencia que una persona que comienza a enriquecerse rápidamente ha realizado un trato maléfico con fuerzas oscuras y diabólicas. Por lo que se considera al Bacá como fruto de un pacto con lo innombrable. Puede éste adquiere diversas formas según lo necesite, desde una vaca, un toro, cabra, gallina, perro y animal de carga. El animal se transforma a su antojo, pero siempre va a proteger la heredad del hacendado y le dará riquezas. Si se incumpliese con lo tratado, la persona perderá todos los bienes, se enfermará y traería muchas desgracias a sus familiares.

La presencia del mito se encuentra en toda la isla. Durante mi estancia en Haití me relataron muchas historias acerca del Bacá. No sabemos históricamente cuando se inicio el mito. Los antropólogos y antropólogas asocian este mito con los esclavos y esclavas, durante el periodo colonial, pero no hay certeza de cuándo, ni cómo surgió.

Este mito esta relacionados con las luchas de clases en el campo. En muchas ocasiones, los/as productores/as de alimentos enfrentan al terrateniente utilizando los marcos éticos y religioso de la cultura. En el Catey y otros lugares de la isla, observé como los/as comunitarios/as utilizaron las artes mágicas, las oraciones, los ensalmos, el uso de plantas medicinales o el rechazo social a los grupos dominantes en el campo, para que las fuerzas de la luz (lo divino) pueda revertir la magia oscura que mora en el Bacá y llegue la desgracia al dueño del animal infernal.

El Bacá es un mito agrario. Y surge en el contexto de los enfrentamientos éticos y agraristas contra el enriquecimiento de los grupos terratenientes. Como expresión discursiva está atrapada en los diálogos mágico religioso, pero no por esto dejar de tener importancia en los proceso de lucha de los grupos de clase campesina. El Bacá es un mito que muestra las contradicciones sociales y económicas de la sociedad rural dominicana. En las comunidades rurales se juzga y enfrenta con magia a todo aquel que se enriquecen ilícitamente. La clave del mito subyace en el revestimiento de la magia y en una muestra de las luchas de fuerzas entre los grupos de clases de la ruralia.

El mito se entrecruza con los diálogos teológicos y éticos que son propios de las comunidades agrarias. En el campo dominicano la tradición te muestras que hay fuerzas heterogéneas y arbitrarias, pero también estas conviven con otros poderes beneficiosos y protectores. Los integrantes del mundo invisibles son tratados también como entes de importancia social. Los lindes entre los dos mundos son imperceptibles para la sociedad rural.

Por tal saber se hace evidente el sentido ético que mora en el mito y que se conjuga con los rituales que contrapone las fuerzas sociales del poder sombrío de los latifundistas. La violencia, el acaparamiento de tierra, la injusticia y el enriquecimiento ilícito, entre otros son fuerzas que se contrarrestan con la legalidad y el poder que dan las fuerzas mágicas en la que se apoya la comunidad. El mito denuncia y confronta las estructuras sociales, económicas y culturales de la sociedad agraria, a la vez que se recrea las luchas entre el bien y el mal que son discurso que se enmarcan en la teología occidental y de un modelo ético que sostiene en la asimetría y la falta de diálogos, entre las partes.